Dietoterapia de la dismenorrea primaria

Por María Magdalena Fiol Cerdà

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Dismenorrea primaria

28 de Jun de 2023 · Biosanitaria

En la actualidad, hasta el 90% de las mujeres sufren dolor menstrual, sin enfermedad aparente, llegando incluso a incapacitarlas para las tareas diarias. A este dolor se le conoce como dismenorrea primaria. Entre sus causas principales se encuentran la sobreproducción de prostaglandinas y el aumento del estrés oxidativo. Para paliar la dismenorrea primaria se utilizan antiinflamatorios no esteroideos y anticonceptivos orales, que causan múltiples problemas secundarios. Por este motivo, este trabajo se centra en buscar un tratamiento dietético para la dismenorrea a partir de la eficacia de suplementos de micronutrientes y de su interacción con las vías de acción de las hormonas menstruales. La investigación se ha hecho mediante la búsqueda bibliográfica en distintas bases de datos, junto con unos descriptores claros y unos criterios de inclusión y exclusión estrictos. Como resultado se ha encontrado que el omega-3, el calcio, magnesio, zinc, vitamina D, E y B1 y la reducción de cafeína y alcohol podrían ayudar a disminuir la intensidad del dolor mediante la reducción de las prostaglandinas y el estrés oxidativo. En conclusión, se podría decir que se puede aliviar el dolor menstrual a través de la suplementación con micronutrientes y siguiendo un estilo de vida adecuado.

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Introducción

1.1. Definición

La menstruación se podría definir como el desprendimiento del revestimiento superficial del endometrio uterino que se produce como consecuencia de la falta de implantación del embrión (1,2).

Dismenorrea es un término de origen griego que significa “menstruación difícil” (3). Afecta al 90% de las mujeres en edad reproductiva. El 15% de este porcentaje afectado presenta dolores tan fuertes que las incapacita para realizar actividades diarias. De hecho, se ha informado que el dolor menstrual provoca el 50% de los motivos de ausencia laboral y escolar en mujeres (4,5). Se describe como un dolor abdominal que puede llegar a afectar a la espalda o el muslo, de intensidad variable y que puede llegar a durar hasta 72 horas. Junto con estos cólicos se pueden experimentar náuseas, vómitos, hinchazón, diarrea, fatiga e insomnio (4,5).

Las causas principales son la sobreproducción de prostaglandinas que provocan hipercontractibilidad del útero produciendo hipoxia e isquemia en el músculo (6).

Por una parte, existen factores de riesgo no modificables como los antecedentes familiares, la adolescencia, la primera ovulación antes de los 12 años, flujo menstrual abundante y no haber tenido hijos. Por otra parte, como factores conductuales se encuentran un bajo o alto índice de masa corporal, una baja ingesta de ácidos grasos omega-3, el tabaquismo, la cafeína, la depresión, la ansiedad y el estrés (6).

 

1.2. Hormonas implicadas en el ciclo menstrual

 

Hormonas implicadas ciclo menstrual

Figura 1: Fluctuación de las hormonas sexuales (LH, FSH, progesterona y estrógeno) en las distintas fases del ciclo menstrual (7).

El ciclo menstrual se produce gracias a las fluctuaciones de las hormonas reproductivas. Por tanto, cada fase va a estar caracterizada por la concentración de cada una de estas hormonas (Figura 1) y, en consecuencia, se producen los cambios fisiológicos propios de cada fase (4).

 

1.2.1. Hormona estimulante del folículo (FSH)

Gonadotropina que regula el crecimiento y la maduración de los ovocitos inmaduros (8,9).

 

1.2.2. Hormona luteinizante (LH)

Gonadotropina que induce la ovulación, prepara el útero para la implantación del óvulo fertilizado y estimula la producción de progesterona (8,9).

 

1.2.3. Estrógeno

Hormona esteroidea responsable del crecimiento y regulación del sistema reproductor femenino y de las características sexuales secundarias (9).

 

1.2.4. Progesterona

Hormona esteroidea que prepara el endometrio para implantar el óvulo fecundado y mantener el embarazo (9).  

 

 

1.3. Fases menstruales

1.3.1. Fase folicular o proliferativa

Desde el día 1 (menstruación) hasta el día 14 (ovulación).

Aparece el folículo dominante provocando un pico de LH y FSH al final de esta fase (Figura 1) (7,9).

 

1.3.2. Fase ovulatoria u ovulación

Esta fase ocurre, normalmente, alrededor del día 14, cuando se produce la ovulación.

La LH debilita la pared del ovario para que pueda salir el folículo maduro (7,9).

 

1.3.3. Fase lútea o secretora

Desde el día 14 hasta el día 28 donde se da el embarazo o la destrucción del cuerpo lúteo.

Si no hay embarazo, los niveles de progesterona disminuyen y el cuerpo lúteo forma el cuerpo albicans para iniciar otro ciclo (Figura 1 y 2). Si hay fecundación, se mantienen los niveles de progesterona para apoyar el embarazo (7,9).

fase lútea

Figura 2: Evolución de un óvulo desde el inicio de su formación hasta el óvulo (10).

 

1.4. Tratamiento

1.4.1. Tratamiento farmacológico

  • No hormonal: Primera línea de tratamiento. Antiinflamatorios no esteroideos que presentan una eficacia del 60-100% al disminuir la contractibilidad uterina (4–6).
  • Hormonal: Segunda línea de tratamiento. Los anticonceptivos hormonales combinados de estrógenos y progestina resultan eficaces en un 70-80% al inhibir la ovulación y prevenir la proliferación del endometrio. Por otra parte, los anticonceptivos de progesterona mejoran un 85% de los pacientes, producen una atrofia del endometrio (4–6).

Este tipo de tratamiento puede causar efectos secundarios además de existir el peligro de tomar un exceso o no tomar la dosis concreta del fármaco (4).

 

1.4.2. Tratamiento no farmacológico

Entre los tratamientos que liberan endorfinas y aumentan el flujo sanguíneo encontramos la estimulación nerviosa eléctrica transcutánea, los parches transdérmicos de nitroglicerina, la acupuntura y acupresión, el calor, practicar ejercicio y yoga.

Por otra parte, los tratamientos quirúrgicos interrumpen las fibras sensoriales del dolor, pero resultan eficaces solo en un 50%.

 

Objetivos

Dado que muchos de los tratamientos pueden resultar invasivos y/o tener efectos secundarios, puede ser interesante encontrar algún tratamiento que disminuya las molestias sin la necesidad de poner en peligro nuestro cuerpo. Por este motivo, el objetivo general de este trabajo se centra en:

  • Buscar un tratamiento dietético para combatir la dismenorrea primaria.

 

Los objetivos específicos son:

  • Buscar la interacción de distintos nutrientes con las distintas vías de acción de las principales hormonas implicadas en los ciclos menstruales
  • Matizar los cambios de la dieta que mejor se adapten para disminuir los síntomas de la dismenorrea primaria.
  • Encontrar la eficacia de los suplementos alimenticios sobre la dismenorrea.

 

Metodología

Se realiza una búsqueda bibliográfica científica en las bases de datos Pudmed, Scopus y Google Scholar.

Como descriptores de búsqueda se han utilizado las palabras dismenorrea, dolor menstrual, dismenorrea primaria, dieta, hormonas sexuales, catequinas, minerales, vitaminas, soja, entre otros.

Se han excluido los estudios anteriores al 2011, con muestras inferiores a 50 y que presentaban otras patologías que pudieran influir en la dismenorrea. Por otra parte, se han incluido artículos con participantes de diferentes etnias y sobre mamíferos.

Al finalizar la búsqueda, solo 94 artículos cumplieron los requisitos anteriormente citados.

 

Resultados

4.1. Tipos de dietas

4.1.1. Dieta equilibrada

El seguimiento durante 3 meses de una dieta con un consumo del 55% de carbohidratos, el 30% de grasa y 15% de proteína se asocia significativamente con una mejora de la dismenorrea (11).

 

4.1.2. Dieta mediterránea

Se caracteriza por el alto consumo de frutas, verduras, cereales sin refinar, legumbres, nueces y aceite de oliva; un moderado consumo de carnes blancas, pescado, lácteos, marisco; y una baja ingesta de grasas saturadas, comida procesada, carne roja y alcohol. Aunque presente grandes beneficios, no se encuentran relaciones significativas entre la adherencia a esta dieta y la mejora del dolor menstrual. Pero sí con la cantidad de flujo y la duración del ciclo (12,13).

 

4.1.3. Dieto lacto-vegetariana

Se consume una alta ingesta en verduras, legumbres, frutas, lácteos y nueces. Principalmente, no presenta una relación significativa con la dismenorrea. En cambio, el consumo de frutas y verduras de forma regular supone un 68% menos de padecer dismenorrea (14–17).

 

4.1.4. Dietas con distinta proporción de macronutrientes

Por lo que respecta a las grasas, se observa una menor tendencia al dolor menstrual en dietas bajas en grasas (18).

Por otra parte, una dieta rica en carbohidratos, seguida de una dieta rica en proteínas, suponen casos más severos de dismenorrea. El consumo de carne y, por tanto, de proteína, aumenta en 20.99 veces la posibilidad de padecer dismenorrea. En cambio, una dieta rica en vegetales no produce dismenorrea o lo hace a niveles de intensidad menores (16,19).

 

4.1.5. Dietas para bajar de peso

Las dietas para bajar de peso, así como saltarse algunas de las comidas, aunque solo sea el desayuno, se relaciona significativamente con un mayor riesgo de padecer dismenorrea, síntomas premenstruales y menstruación irregular, no solo a corto plazo sino también provocando efectos duraderos que pueden afectar a la función reproductiva. Esto es debido a que la deficiencia nutricional provoca una disfunción en el eje ovárico-hipofisario-hipotalámico, altera el ritmo reproductivo y conduce a trastornos ováricos y disfunción uterina. Estas alteraciones pueden darse incluso si se han producido problemas nutricionales antes de la menarquía, al alterar el ritmo circadiano (20–22).

 

4.1.6. Dieta occidental

El aumento de comida ultraprocesada junto con la inactividad física y una dieta hipercalórica, supone efectos negativos sobre la dismenorrea, infertilidad en hombres, menopausia, hiperandrogenemia, quistes ováricos, desregulación hormonal y adelanto de la menarquía, entre otros (23–25).

 

4.1.7. Dieta cetogénica

Es capaz de disminuir significativamente los niveles de expresión del ARNm que codifica para la ciclooxigenasa-2, por lo que podría ser una buena alternativa para tratar la dismenorrea primaria (26).

 

4.2. Alimentos concretos

4.2.1. Aceite de oliva

El aceite de oliva resulta ser importante en la reducción del dolor menstrual al contener una serie de polifenoles con efectos antiinflamatorios y antioxidantes. En especial el oleocantal, el cual es capaz de inhibir la hipercontracción uterina provocada por el calcio y la PGF2α al bloquear los canales de calcio e inhibir un activador del canal y el receptor de la PGF2α. Además, el aceite de oliva virgen extra inhibe el estrés oxidativo y la fosforilación de la proteína quinasa C (27).

 

4.2.2. Azúcar

Del total de las mujeres que tienen dismenorrea, el 67% consume azúcares simples y bebidas refrescantes. En cambio, solo el 7.8% no consumen este tipo de alimentos (16).

Además, el azúcar se relaciona positivamente con la deficiencia de la fase lútea y en consecuencia con un déficit de estradiol, LH y FSH (28,29).

 

4.2.3. Café

Un consumo mayor o igual a 300 mg/día de café y/o bebidas energéticas, supone dos veces más posibilidades de padecer dismenorreas. Esto se debe a la acción vasoconstrictora de la cafeína que produce una hipercontracción del músculo uterino provocando una reducción del flujo sanguíneo y, por ende, aumentando los calambres y agravando el dolor (15,30,31).

Por otra parte, otros estudios aseguran que el consumo de 130 mg de cafeína junto a 1000 mg de algún fármaco no hormonal, puede resultar incluso más efectivo al mejorar en un 40% la eficacia del fármaco (32,33).

 

4.2.4. Té

El consumo de 3 a 5 tazas de té al día se asocia con un 51% de padecer una dismenorrea más leve. El té más efectivo es el té verde que no pierde las catequinas, un antioxidante fenólico cuyo componente bioactivo es el epigalocatequina-3-galato (EGCG) (34,35). Inhibe la producción de prostaglandinas inhibiendo la ciclooxigenasa-2 y la actividad de la fosfolipasa A2. Una vez se está menstruando, se recomienda no beber demasiado té ya que las catequinas junto al ácido tánico pueden quelar el hierro y disminuir su absorción pudiendo producir así, una anemia ferropénica (29).

 

4.2.5. Tomillo

El consumo de una taza de té de tomillo o la aplicación de 25 gotas al 2% cada 6 horas reduce en más del 63% de los casos los dolores menstruales (14).

El tomillo tiene efectos antiespasmódicos sobre el músculo liso gracias a su capacidad antioxidante y analgésica. Además, podría estar implicado en la reducción de prostaglandinas al inhibir la vía ciclooxigenasa-2 y reducir el estrés oxidativo eliminando los radicales de peróxido lipídico mediante la supresión de la fosfolipasa A2 (17,36).

 

4.2.6. Jengibre

Presenta efectos antiespasmódicos, analgésicos y antiinflamatorios. Sus componentes bloquean la ciclooxigenasa y la 5-lipoxigenasa suprimiendo las prostaglandinas y produciendo una reducción de la gravedad y la duración del dolor menstrual (29,31).

La suplementación de 500 mg de jengibre al día durante los 2 o los 3 días anteriores a la menstruación, da resultados significativos tanto en la reducción de la intensidad del dolor como en la duración del dolor (37,38).

 

4.2.7. Canela

Tiene propiedades antioxidantes, antibacterianas, antifúngicas, antiinflamatorias y antihipertensivas (39).

El consumo de una cápsula con 1000 mg de canela durante las 72 h desde el inicio de la menstruación o el consumo de 420 mg tres veces al día, disminuye significativamente la intensidad, el tiempo de alivio de los dolores menstruales, la cantidad de sangrado, las náuseas y los vómitos (40,41).

Por otra parte, en ratas se ha observado como 10-20 mg/ml de extracto de canela es capaz de disminuir significativamente la contracción del útero al inhibir los canales de calcio de tipo L (39).

 

4.2.8. Hinojo

Presenta propiedades antiespasmódicas. En varios estudios en los que se consumen 30 mg de extracto de hinojo 4 veces al día durante los 3 primeros días de menstruación, se observa una mejora significativa en la intensidad del dolor (42–44). En cambio, en otro estudio en el que se utilizaron 25 gotas en una dilución de hinojo al 2% cada 6 horas, no se observaron efectos significativamente mejores con respecto al placebo (45).

 

4.2.9. Alcohol

No se observan diferencias significativas entre el consumo de alcohol y un mayor riesgo de dismenorrea (18). Pero el consumo moderado de éste produce un aumento del estradiol tanto libre como total y de la LH (46).

 

4.2.10. Soja

Contiene fitoestrógenos que pueden interferir en el sistema reproductivo al presentar una estructura similar al estradiol y producir efectos, tanto estrogénicos como antiestrogénicos, al unirse a los receptores de estrógenos (47).

El consumo de soja no se relaciona con un mayor riesgo de padecer dolor menstrual pero, las mujeres que entre los primeros 9 días y 4 meses fueron alimentadas con fórmulas a base de soja, tenían un 50% más de probabilidades de experimentar dolor intenso en la mayoría de los períodos y un sangrado menstrual más abundante (47). Estas lactantes presentan una metilación en el ADN de las células vaginales que supone una disminución de la expresión de un gen sensible al estrógeno (48).

 

4.3. Vitaminas y minerales

4.3.1. Calcio

Reduce las contracciones del útero. Los suplementos de calcio de 1000 mg/día o la combinación de 300 mg de magnesio con 600 mg de calcio durante los 15 días anteriores al inicio del sangrado, disminuyen significativamente la intensidad del dolor menstrual (49–51). Simplemente el consumo de entre 3 y 4 lácteos al día ya reduce significativamente el dolor menstrual (52).

 

4.3.2. Vitamina D

Se ha asociado una relación entre el déficit de vitamina D y el dolor menstrual, la depresión, irritabilidad, cambios de humor, fatiga, dolor de cabeza y sensibilidad de los senos como síntomas premenstruales; al actuar en la homeostasis del calcio (37,50). Los suplementos de vitamina D en dosis de 50000 UI/semana durante un periodo de 8 semanas, reduce significativamente el dolor menstrual y los síntomas premenstruales (53,54).

 

4.3.3. Magnesio

Puede interactuar en la contractibilidad, el tono y la relajación del útero a la vez que inhibe la biosíntesis de prostaglandinas.

Se han asociado de manera significativa valores más bajos de magnesio en sangre, en torno a 1.502 +/- 0.476 mg/dl, en chicas con dismenorrea (55).

En ratones, se demuestra como la administración de 30 mg/kg de sulfato de magnesio durante 2 semanas disminuye los niveles del factor de crecimiento endotelial vascular, proporcionando suficiente sangre. Al disminuir los niveles de este factor de crecimiento se produce una disminución del estrés oxidativo del útero, provocando una mejora de los síntomas ginecológicos como la dismenorrea (56).

 

4.3.4. Vitamina E

Reduce la peroxidación de los fosfolípidos y la liberación de ácido araquidónico para convertirse posteriormente en prostaglandinas (37). La suplementación con 200 UI/día de vitamina E, durante 2 días antes y 3 días después de la menstruación, disminuye significativamente el dolor menstrual. Adicionalmente, la eficacia de la suplementación de vitamina E aumenta cuando se combina con 180 mg de EPA y 120 mg de DHA. Aun así, también se ven efectos significativos solo con el uso de suplementos de omega-3 (57).

Una ingesta insuficiente de antioxidantes se relaciona con una mayor probabilidad de padecer dismenorrea. Por esta razón, el alto consumo de betacarotenos, vitamina E y zinc es significativamente mayor en chicas que no padecen dolor menstrual (58).

 

4.3.5. Zinc

Mantiene la homeostasis normal de hormonas, es necesario para la ovulación, la fertilización, el embarazo, el desarrollo fetal y el parto, entre otros aspectos (59). Las suplementaciones de 30-50 mg de zinc dos veces al día durante los 2-4 días, respectivamente, anteriores a la menstruación reducen significativamente el dolor menstrual, el sangrado y algunos síndromes premenstruales como el vértigo, el dolor muscular y la debilidad (60,61).

 

4.3.6. Omega-3

Tienen propiedades antiinflamatorias, entre otras. En los mecanismos de inflamación, los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega-3 producen una disminución de la expresión de ARNm que codifican para citoquinas proinflamatorias cerebrales y periféricas mediante la inhibición del receptor llamado Toll-like 4. Por el contrario, su activación produce una señalización NF-kB y la producción de citoquinas inflamatorias (48).

Al comparar la suplementación de 1000mg de calcio junto con 1000mg de omega-3, durante 8 días antes y hasta 2 días después de la menstruación, se ha observado cómo tanto una suplementación como la otra es eficaz a partir del segundo mes de tratamiento para aliviar el dolor menstrual (62). La suplementación de una cápsula diaria de 180 mg e incluso 550 mg de ácido eicosapentaenoico junto con 120-205 mg de ácido decosahexaenoico, durante 3 meses reduce notablemente y de forma significativa el dolor menstrual (63–65).

4.3.7. Vitamina B1

La suplementación con vitamina B1 también resulta beneficiosa para calmar los síntomas de la dismenorrea. La toma de cápsulas de 100 mg al día de esta vitamina en la fase lútea supone una reducción significativa de la intensidad y la duración del dolor (63,66).

 

4.4. Otros aspectos

Por lo que se refiere al estilo de vida, por una parte, no se encuentra relación entre el tabaquismo y la intensidad de la dismenorrea. En cambio, esas mujeres que están expuestas al humo de otras personas fumadoras sí tienen más probabilidad de desarrollar dismenorrea. Por otra parte, la actividad física no se asocia tampoco con una mayor o menor dolor menstrual (15).

 

Discusión

La dieta mediterránea es una dieta con alto consumo de frutas, verduras y aceite de oliva, lo que supone una gran cantidad de antioxidantes y compuestos antiinflamatorios. Todos estos compuestos se asocian con mejoras en la dismenorrea primaria por lo que el seguimiento de la dieta mediterránea podría ser beneficiosa para combatir el dolor menstrual, la cantidad de flujo y la duración del ciclo, además de enfermedades cardiovasculares (13,35). Al igual que ésta encontramos la lacto-vegetariana, al ser una dieta equilibrada por su composición. Por el contrario, una dieta alta en azúcares simples, grasas trans, sal y carne, como la dieta occidental, sí se asocia con altos niveles de dismenorrea. Con resultados similares encontramos las dietas con un aumento de un macronutriente respecto a otro, tanto sea en carbohidratos, en grasas o en proteínas (17,33). En cambio, la dieta cetogénica podría ser una alternativa para tratar a dismenorrea primaria al disminuir los niveles de la ciclooxigenasa-2 (33).

Por lo que respecta a las bebidas, sería mejor sustituir el café por el té verde o té de tomillo, ya que el café tiene un efecto vasoconstrictor. En cambio, el té verde y el té de tomillo presentan un alto poder antioxidante y analgésico (20,37,41).

En cuanto a los suplementos, el consumo de cápsulas de jengibre, canela o hinojo resultan efectivas para la dismenorrea primaria, las náuseas o vómitos y la cantidad de sangrado, entre otros beneficios (18, 46, 47, 49).

Sobre el consumo de soja, es mejor evitar su consumo en edades tempranas del desarrollo o en madres lactantes ya que puede alterar la expresión de estrógenos y producir un mayor riesgo de dismenorrea en la menarquía. En edades adultas, no se relaciona con una mejora de la dismenorrea (58,59).

Por lo que se refiere a los micronutrientes, es interesante aumentar el consumo de calcio y vitamina D, puesto que reducen las contracciones del útero y los síntomas premenstruales (45,66). Otros micronutrientes beneficiosos para la dismenorrea primaria son la vitamina E, vitamina B1, el zinc y el magnesio. Este último, interactúa con la contractibilidad del útero y disminuye el estrés oxidativo (91). Pero el más importante es el omega-3, que tiene un poder antiinflamatorio tan alto que puede disminuir la toma de fármaco cuando se toma en altas cantidades (82,83).

Aunque la suplementación puede llegar a resultar útil para mejorar la dismenorrea, es importante no olvidar seguir una dieta equilibrada y realizar ejercicio diario.

 

Conclusiones

Los nutrientes reducen la inflamación causada por las prostaglandinas y el estrés oxidativo mediante la inhibición de la ciclooxigenasa-2 y fosfolipasa A2, respectivamente.

Se recomienda seguir una dieta equilibrada, con un elevado y variado consumo de vitaminas y minerales, baja en carbohidratos simples y acompañada de la ingesta de té verde y té de tomillo.

Además, podría resultar interesante la suplementación con micronutrientes como: omega-3, calcio, magnesio, zinc, vitamina D, E y B1.

 

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